01 diciembre 2010

Cómo enfrentar a un hijo que opta por una carrera poco rentable

Valentina Henríquez egresó en 2009 del colegio Universitario El Salvador, de Ñuñoa. Ella quiere estudiar Teatro en la UC, y luego de hacer un preuniversitario de preparación para la prueba especial, quedó seleccionada y hoy espera la PSU para matricularse. Cuando comentó su opción, su familia la bombardeó con alternativas: el papá le proponía Arquitectura y la abuela, Pedagogía. Cuando ella decía “qué lindo ese auto, me gustaría comprar uno así”, los padres le contestaban “si estudias Teatro, lo tendrás en 30 años”.
Algo parecido le ocurrió a María Fernanda Pérez cuando les contó a sus padres que ya no quería estudiar Derecho, sino Periodismo. A ellos se les vino el mundo abajo. Sus familiares y amigos periodistas le pidieron que recapacitara. Pasó muchas tardes después del colegio (Academia Iquique) llorando o discutiendo las opciones con sus compañeras, las únicas que apoyaban su decisión. Hoy, sus padres asumieron que Fernanda no quiera ser abogada, pero aún están temerosos de su futuro.
A dos semanas de rendir la PSU, esto es lo que enfrentan muchas familias, cuyos hijos pretenden matricularse en carreras consideradas poco rentables, como Actuación, Filosofía, Literatura, Periodismo o Técnico en Sonido.
Los temores tienen que ver sobre todo con la estabilidad laboral. Y en eso, al menos, la evidencia respalda a los padres: estas carreras tienen sueldos que pocas veces superan los $ 500 mil en promedio, mientras que Futuro Laboral las califica como “saturadas”.
Pero, ¿cómo evitar que el conflicto escale?
Marcela Tarifeño, sicóloga y docente de la U. Mayor, señala que lo peor es cerrarse a la idea. Su propuesta es que los padres “motiven a sus hijos a investigar todo sobre la carrera: campo laboral, sueldos y dónde se trabaja”, para que nadie hable desde los prejuicios. Tras eso, aconseja volver a conversar.
Es lo que han descubierto diversos estudios. Uno de ellos, de la U. de Erfurt, Alemania, señala que los padres que empujan a sus hijos a tomar decisiones informadas influyen positivamente en ellos, mientras que los que imponen reglas o no se involucran producen pasividad o que se sientan perdidos.
Para Virginia Seyler, sicóloga del Preuniversitario Pedro de Valdivia, lo primero es descubrir si se trata de vocación o una forma de diferenciarse del resto. La vocación es notoria cuando las habilidades y gustos de los jóvenes calzan con el perfil de una carrera determinada.
Luego se debe ver si el postulante tiene “dedos para el piano”. Por ejemplo, si quiere estudiar Teatro, es reconocido por quienes lo rodean como un buen intérprete. “Si se hizo este proceso y no cambian de opinión, hay que apoyar a los hijos”, agrega Seyler.
Si bien no hay un tipo de familia definida que tenga estos conflictos, existe la percepción de que los padres de clase media son más proclives. Esto, según Seyler, porque apuestan todo en la educación. Familias de nivel económico bajo tienden a pensar que todo sirve para lograr movilidad social y las de más recursos pueden apoyar en caso de problemas económicos.
Porfiados
Hasta los directores de estas carreras, como Teatro y Música, han tenido que enfrentarse a la oposición de sus padres. César Díaz, director de Ingeniería y Técnico en Sonido del IPChile, cuenta que “todavía, cuando les preguntan a mis padres qué hago, contestan ‘pone música’”. En DuocUC aseguran que el 20% de sus ingenieros en sonido vienen de carreras como Física o Electrónica. Y aunque no existen datos globales, en algunas instituciones sus tasas de abandono son menores que las de carreras tradicionales. Así, por lo menos, se da en la U. de Chile, donde el 91% de los alumnos de Teatro pasa al segundo año, más que carreras como Veterinaria y Forestal.
Consejo: derribar mitos como que estudiar teatro sirve solo para salir en televisión
Estudiar teatro para salir en televisión o Ingeniería en Sonido sólo porque les gusta escuchar música. Muchas veces, los egresados de cuarto medio tienen ideas sobre las carreras que no corresponden a la realidad. “Acá les tenemos que enseñar que ser actor no es fácil y que es un trabajo que también tiene horarios y exigencias”, dice Nelson Marchant, del preuniversitario del Teatro Camino.
En la carrera de Técnico en Sonido les sucede algo similar. Según César Díaz, director de este programa en el IPChile, los alumnos se inscriben porque tienen algún conocimiento de música o porque tocan algún instrumento, “pero ellos no saben que también se necesita tener aptitudes en matemáticas y tecnología”.
Para el caso de las carreras humanistas, como Filosofía, los alumnos llegan motivados por lo que aprendieron en el colegio. “Si eso concuerda con lo que encuentran acá, se quedan. Si no, se retiran: tenemos una tasa de deserción de alrededor de 20%”.
En el caso de Literatura, María Inés Zaldívar, directora de la licenciatura en la Universidad Católica, reconoce que “aún llegan alumnos que quieren ser escritores, pero cada vez menos”.

Fuente original: www.latercera.cl

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