28 septiembre 2010

Las 4,5 horas que hacen la diferencia para mejorar la conducta de un hijo

Otro interesante artículo tomado de la sección Tendencias de La Tercera del día sábado
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Por primera vez un estudio analiza cuántas horas adicionales en la semana necesita pasar la madre con su hijo para que la conducta del niño mejore. Y dice que más allá de la edad y el problema, la solución siempre pasa porque los menores tengan más tiempo de recreación. 

ES muy raro que un padre, cuando es citado por una profesora, no sepa a qué va. Para nadie es un misterio cómo es su propio hijo. Por eso, si el informe indica que la niña o el niño es desobediente y desordenado, agresivo y llora por cualquier cosa, sólo queda la aceptación, resignación y las consecuentes estrategias profesionales para intentar revertir lo que parece imposible: que a sus cuatro u ocho años cambie  su forma de ser.

Así, y por muy asumido que esté, el problema es difícil de abordar y las soluciones parecen ir de la mano de sicólogos, sicopedagogos o neurólogos. A menos que la madre invierta más tiempo con el niño. "Del mismo modo como se acumula un capital financiero en una cuenta de ahorro, el tiempo de los padres es una inversión que va construyendo un capital humano en sus hijos que los ayuda a remediar sus problemas conductuales. Esa inversión de tiempo no sólo se refiere al estudio, sino también a la recreación", dice Benjamín Villena, profesor del departamento de Ingeniería industrial de la U. de Chile, quien junto a Cecilia Ríos-Aguilar, profesora de la Universidad de Arizona, EEUU, son los autores del estudio "Estimación de efectos directos de inversión en tiempo de los padres sobre resultados cognitivos y no cognitivos de los niños". Ambos, apoyados por el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), utilizaron la base de datos del Suplemento de Desarrollo Infantil del Panel Study of Income Dynamics de Estados Unidos y analizaron la información de tiempo en actividades  compartidas entre padres e hijos para  2.900 niños entre 0 y 12 años, en 1997, 2002 y 2007, utilizando técnicas estadísticas. A partir de esos datos, la investigación -cuyo primer avance sólo aborda el rol de la madre- arroja que si ella le agrega horas al tiempo que pasa con su hijo (que habitualmente son un promedio de 27 horas semanales), la conducta del niño mejora. Y sus problemas en áreas cognitivas, también.
Por ejemplo, si medimos los tests de problemas de conducta de los niños en una tradicional escala de 1 a 7, tres horas adicionales a la semana en actividades recreativas entre madre e hijo son suficientes para que un niño de ocho años  que tiene un promedio de 3,9 en su conducta, aumente una décima y pase del rojo a un 4,0. Mejores resultados aún se consiguen en estos niños cuando ese período de recreación se reemplaza con, por ejemplo, una hora y 20 minutos de labores domésticas como lavar los platos o darle comida a la mascota.  Villena dice que una posible explicación sería que "las tareas del hogar le dan más confianza a los niños. Se focalizan en cosas positivas".

En términos más prácticos, esas horas extra con la madre le permitiría al niño modificar paulatinamente algunas conductas negativas y pasar a, por ejemplo, ser más sociable o más obediente.

En esos términos, sumar momentos con un hijo incide en que estos niños se vuelvan menos conflictivos, menos peleadores y reduzcan las rabietas. En términos sociales, podrían mejorar su relación con los niños de su edad, reducir la agresividad hacia los compañeros y  tener un humor más estable.

¿En cuánto tiempo se logran resultados? El estudio no arroja certezas sobre la extensión del período, aunque sí deja claro que la persistencia en el tiempo tiene estos efectos positivos. Así, para lograr estos cambios, todo dependerá de la cantidad de horas que la madre sume al promedio habitual que pasa con su hijo y de la edad del niño. No es lo mismo uno de cinco años que uno de ocho años. De hecho, quienes tienen  cinco años necesitan  más tiempo recreativo para mejorar sus actitudes. "Cuando son más grandes, hay mucha más diferencia entre los niños que se portan bien y mal. El cambio de actitud es relativamente más fácil de observar en ellos que en los más pequeños", dice el investigador.

Así, adicionar un poco más de cuatro horas semanales en niños de cinco años puede generar cambios similares. Sobre el tiempo recreativo, en tanto, las actividades varían desde pasear en bicicleta por una plaza o estar tirados en la alfombra armando una torre de bloques de plásticos, hasta ir al cine o tocar algún instrumento musical por afición. Y que, a su vez, los padres pueden participar  en este período de esparcimiento  de manera directa, que es cuando madre e hijo interactúan en una actividad, e indirecta, cuando el adulto acompaña y vigila, sin intervenir, en el juego del niño.

TODO DEPENDE DEL TIPO DE PROBLEMA
La recreación es un elemento importante en la relación madre-hijo. Lo que queda entonces es determinar qué tipo de problema tiene el niño y si necesita recreación directa o indirecta.

En el trabajo de Villena y Ríos-Aguilar se consideran principalmente dos clases de problemas conductuales: los internos y los externos. En el primer caso se refiere a los niños que se caracterizan por tener baja autoestima, estar deprimidos o con tendencia a aislarse del resto. Los segundos, externos,  son aquellos en que los menores son hiperactivos, más agresivos o impulsivos.

El estudio sugiere que la recreación indirecta, es decir, el acompañamiento en las actividades más que intervenir en ellas, puede servir en el caso de los menores con problemas conductuales externos. Las horas adicionales necesarias para obtener resultados dependen de la edad del menor. En el caso de los niños de ocho años, necesitan algo más de siete horas semanales más, para un progreso de una décima en escala de 1 a 7. Por ejemplo, bastaría prolongar en cerca de tres horas la visita a los familiares y ver  dos películas juntos para comenzar un repunte que, con el mínimo de horas adicionales, se notará menos y que, en caso contrario, será más manifiesto.

En el caso de los niños con problemas internos, la sugerencia es recreación directa e indirecta, es decir, a veces ser una madre expectadora y otras una compañera de juegos en la plaza o en la alfombra. Con los menores de cinco años, es suficiente con emplear el mismo ejemplo de una visita a los abuelos y las películas. En los niños de ocho años el tiempo requerido para lograr lo mismo se reduce a la mitad.

Villena dice que los resultados sugieren que "no es fundamental si la madre se involucra en las actividades del niño o es observante. La recreación surte igual su efecto. Es la actividad más importante para problemas conductuales, porque es el momento en que realmente las madres sociabilizan con sus niños y los conocen. Es un espacio más efectivo que en las labores de la casa. En la recreación no hay un logro a perseguir como en las otras actividades. Es el momento en donde las madres les pueden entregar a sus hijos más herramientas para que ellos incorporen".

Al compartir más tiempo con los hijos, seguramente el tenor de las reuniones en el colegio cambiará. Es probable, entonces, que los mismos profesores que lo llamaron para comentarle que su hijo mordía al del lado, ahora lo citen para hablar de los cambios. Porque en el caso de los escolares de kínder que estén asociados a problemas conductuales internos, como la baja autoestima, se espera que se reduzca el  llanto injustificado y que lleguen a exteriorizar más sus sentimientos, a sentirse menos temerosos y a sociabilizar, es decir, caerles mejor a los otros niños.

2 comentarios:

  1. Camila Ramos12:50 p. m.

    Me encantó, es muy cierto... En psicología estudiamos mucho esto, pues la base de todos los problemas que tienen los niños, es la falta de atención, afecto y tiempo de calidad por parte de sus padres.
    Se diagnostica (y a veces sobrediagnostica) a los niños con síndrome de déficit atencional con hiperactividad, e incluso se les asigna un tratamiento farmacológico para practicamente "doparlos" y "que no molesten" en el colegio y la casa, cuando en realidad lo único que esos pequeños necesitan es una hora en una plaza para correr y descargar energías, o que los inscriban en la selección de fútbol del colegio. Nada más simple que eso, pero generalmente tanto padres como profesionales se van por la solución más "fácil", que son los medicamentos, ya que requieren menos esfuerzo. Sé que muchos intentan hacer lo mejor, pero esto claramente no es solución.
    El mundo de hoy absorve a una persona adulta que necesita trabajar durante largas jornadas para poder mantener su casa, llegando luego muy cansados a su casa, sin energías para jugar con sus niños. Es mejor trabajar para vivir, y no vivir para trabajar... darse cuenta de lo que es realmente importante: la familia.
    Gracias por compartir esto con nosotros. :)

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  2. Gracias por tu comentario Cami, cada vez nos damos más cuenta que las soluciones a los problemas más complicados es volver a las bases más simples de la vida.
    Un abrazo

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